Las flores nos prestan su belleza, incluso mientras se apagan y se marchitan. Ellas, al igual que las personas, tienen diversos colores, tamaños y formas. No hay dos flores iguales; sin embargo, su recuerdo nos acompaña en nuestro paso por la vida. No solo traen belleza, sino también consuelo en momentos de tristeza, una sonrisa en momentos de alegría y amor cuando las palabras no son suficientes. Una flor en el momento adecuado convierte un simple encuentro en un recuerdo inolvidable.